La semana pasada escuché una entrevista a un Pediatra brasilero a quien, allá por el 2017, le comenzaron a robar su identidad.
Una persona copió una foto de su perfil de Instagram y la usó con otro nombre y puso que tenía otra profesión. Esto con la finalidad de engañar a mujeres para que sean sus enamoradas virtuales y eventualmente pedirles dinero.
Al pobre hombre le robaron le siguieron robando sus fotos y las usaron como si él fuera turco, húngaro, soldado norteamericano, neurocirujano noruego, árabe multimillonario.
Los estafadores engañaban a mujeres de todo el mundo y el Pediatra vio poco a poco su libertad siendo cercenada: perder tiempo teniendo que lidiar con las mujeres engañadas, yendo a la policía a poner denuncias hasta ataques de ansiedad y dejar de viajar a Estados Unidos y Europa por miedo de ser confundido con alguno de sus clones y por ser buscado erróneamente por la FBI como ya le sucedió porque su imagen estuvo vinculada a crímenes nefastos.
Todo por subir una foto a redes sociales y tener su perfil abierto.
Hasta aquí me surgieron reflexiones comenzando por la cautela a usar las redes sociales y también de cómo sería interesante que las mujeres sepan lo básico sobre la feminidad.
Al saberlo podrían protegerse y estar más atentas ante estas estafas virtuales. Sabrían que una mujer de por sí tiende a expandir, que su imaginación la puede hacer no ver la realidad, que cuando no ejerce su maternidad puede que se pierda ejerciéndola de forma deformada.
Un autoconocimiento básico, sabes?
Me pongo a pensar también en quienes sigo y por qué los sigo.
Seguiría a tal persona si es que no me mostrara nada de su vida personal?
Todos sabemos que la intimidad conecta y puede ser usada de forma engañosa -como estos estafadores- para crear un vínculo emocional que puede terminar siendo irracional.
2. La aplicación que me prometía hacerme un clon
En realidad, la intención por la que me senté a escribir este artículo fue otra. Fue sobre lo que pasó después que vi la entrevista.
Vi la entrevista en YouTube, luego entré a Instagram y me apareció el anuncio de una aplicación que me propondría ahorrarme trabajo y esfuerzo para hacer videos.
Esta aplicación me proponía que me grabe por 10 segundos, coloque el texto que quisiera decir y listo: la aplicación creaba un clon mío que hablaba exactamente lo que el texto decía.
No más tomar fuerzas para ponerse frente a la cámara, practicar lo que se va a decir, pensar en la conexión que crea que el ver la cara de una persona, borrar y grabar de nuevo.
Ya nada más de eso, mi clon lo hace por mí a costa de pérdida de empatía y dando mi imagen para nadie sabe para que más -acaso alguien leer todos los términos y condiciones?- y claro, seguro que pagar algo.
Mi primer movimiento interno fue rechazo. Una aversión al querer que una IA suplante al ánimo, sinceridad y esfuerzo de una persona. No es lo mismo.
Luego, pensé en cuántas personas van a querer usar algo así probando su incapacidad de esforzarse por algo que quieren hacer.
Y por fin pensé: ¿Yo consumiría algo así?
Luego de este espanto con la aplicación y quedarme pensando en el pobre Pediatra, vino lo que quisiera que sea el tema central de este artículo: inflación intencional de la polarización, sea el tema que sea.
3. La inflación de la polarización
Luego de mi episodio con esta aplicación que les conté, me apareció la publicidad de una mujer experta en marketing que me prometía enseñar cómo viciar a mi audiencia porque “la atención es el nuevo petróleo”.
Prometía enseñarme los mismos mecanismos neurocientíficos que los propios programadores de las redes sociales tuvieron en cuenta para atacar nuestras debilidades y hacernos adictos a la red social.
Sobre este tema hablo bastante en mi artículo “Salud mental y redes sociales”
Nada de lo que me decía esta experta me era nuevo, pero me impactó y hasta me hizo sentir mal en el estómago la crudeza y normalización de enseñar a robar, no cautivar, no retener, sino robar el activo más preciado que es la atención.
Eran videos y más videos de tutoriales y de análisis de casos:
“Fulanita de tal entendió cómo se roba una audiencia y monetiza cada aspecto de su vida”
“Fulanito de tal bajo esa imagen de buena gente, sabe que mientras más polarizado es, mejor”
“Aprender a hacer el guión probadamente adictivo para tu audiencia”
Era una distopía pasando en mi feed.
Bienvenidos al 2025, año en el que simplemente se volvió normal usar palabras como “robar” y “adicción” para algo bueno.
Pensaba: estas personas pueden poner en práctica todas estas artimañas, secuestrar la atención de la audiencia, retener el tiempo de sus seguidores; pero será que sus seguidores, estos a quien tanto quieren tener ahí de audiencia, se están realmente beneficiando? Están reteniendo la información revolucionaria que les dan? ¿Sus vidas se ven mejoradas?
Si no, ¿Por qué tanto énfasis en retener, robar y viciar? Solo por el simple hecho de hacerlo y masajear el ego?
Dinero, claro que es por dinero. Que les compren por emoción y hasta polarización
Porque sinceramente, me parece difícil conciliar síntomas de adicción que ellos mismos ponen en práctica con habilidades necesarias para el funcionamiento de la inteligencia.
Por un lado generas ansiedad y dependencia, por el otro quieres enseñarle algo a una persona cuyo cerebro ya está atrofiado y ni si quiera lo sabe.
¿No será que lo que obtiene la audiencia es un halo de bienestar, un placebo de una mejor vida?
Me quedé pensando en esta realidad. En lo fuerte, lo sutil y bien hecho que está la lucha por la atención y cómo como humanidad estamos en los suelos para sostener con firmeza las nuevas tecnologías que se vienen.
Sobretodo, me puse a pensar en cuántos creadores de contenido están poniendo estas estrategias en práctica porque se inspiran en influencers mayores, ven que les funciona y lo replican.
Veo una tendencia que la polarización se está horizontalizando al punto que ya no es un grupo contra el otro, sino polarizar aún más el grupo que ya se tiene cautivado (o debería decir: enviciado).
¿Qué podemos hacer para cambiar?
Creo que darnos cuenta y cuestionarnos si la forma que estoy aprendiendo es ponerme de enemigo de otro grupo, otra forma es reafirmando de forma cada vez más intensa lo que considero que está bien y dejar menos espacio a ver otros puntos de vista.
Con todo esto me acordé de un libro que leí en el 2015 , “Sálvese quien pueda” de Andrés Oppenheimer que parece una premonición demasiado idéntica a lo que estamos viviendo hoy en día.
Solo que el título me parece que no corresponde tanto a la capa del libro y a la narrativa más optimista de lo que se veía venir en unos años.
Oppenheimer se refiere mayoritariamente a la creación de nuevos trabajos, cambios económicos y adaptación de carreras; sin embargo el título creo que es lo que cae como anillo al dedo a nuestra realidad: sálvese quien pueda.
Salva tu atención
Salva tu tu tiempo
Y así cierro este artículo, esperando haber dejado explicita una realidad de cómo podemos estar cambiando nuestra percepción de nosotras mismas y del mundo que tenemos debido a la polarización intencional o normalizada.
Sabes que siempre he sido defensora de que la forma cómo decimos y expresamos dice mucho, que no solo el contenido es lo que cuenta.
Si te gustó este artículo, te hizo reflexionar, ¡Dímelo en los comentarios!
Sigamos conversando por ahí que algo te debe haber llamado más la atención.
Nos vemos en una próxima entrada
María Pía
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6 comentarios. Dejar nuevo
Tremendo artículo Pía. Coincido. De hecho, algo que se puso muy de moda (creo que lo sigue siendo) es la famosa batalla cultural, la lucha contra el feminismo, las ideologías Woke, la derecha vs la izquierda (aunque esto es desde siempre), pero algo que particularmente pude darme cuenta es que yo también me polaricé hacia un lado de esta lucha (derecha), y claro, despotricaba contra todo lo del frente, trataba de buscarle todo lo malo a lo del frente, hasta que pude ver un punto de vista de Alejandro Bermúdez donde él graficaba explícitamente que antes que todo SOMOS CATÓLICOS, ni derecha ni izquierda, Católicos! Pude despertar de esta polarización en la que me metí casi que por defecto, por inercia.
Fernando,
Qué alegría y qué sorpresa verte comentar aquí!
Súper coincido contigo. Hay una batalla cultural, sí; sin embargo grandes personalidades están viciando a su audiencia, volviéndolas de piedra, polarizándolas al punto que se vuelven una caricatura del extremo opuesto.
Y, lo peor de todo esto, es que la batalla solo se hará más grande y más grande porque no se quiere abrir espacio para el diálogo. Sin diálogo jamás habrá paz.
De verdad que me alegra un montón que te hayas dado cuenta!!! No sabes el bien que vas a hacer para tu familia y tu entorno con esta postura sensata, coherente y al mismo tiempo ligera en el sentido de no llevar pesos innecesarios que te pueden volver amargado.
Gracias por comentar!
Me ha parecido muy acertado este artículo. La pérdida de capacidad de atención hace que cada vez más tendamos a lo simple -un tik tok, un tweet, un reels- y se pierda la capacidad de razonar y matizar. Si a ello lo unimos los algoritmos de las redes sociales, la polarización llega a extremos, como cuenta muy bien el documental «El dilema de las redes sociales».
Ante este panorama, nos queda la esperanza de cambiar nosotros, profundizar en la lectura, tener conversaciones enriquecedoras y cultivar la capacidad atención de nuestros hijos.
Este blog me da esperanza, me encanta el formato.
Gracias por tu comentario, Maria!
Sí, nos queda estar atentos y reconocer la gravedad del problema. La gravedad del vicio normalizado de andar desatento con el celular mientras se camina, por ejemplo.
Creo también que nos cabe posicionarnos y, si es posible, hacer nuestra parte en la sociedad para que las empresas que tienen a cargo las redes sociales, realmente cuiden a las personas. Parece utópico, pero creo que puede ser posible un cambio para mejor!
Qué lindo leer que mi blog te da esperanzas. Gracias!
Está siendo un nadar contra la corriente y por veces con bastante incertidumbre. Sin embargo, creo que es la apuesta correcta y está alineado con lo que creo.
Te mando un abrazo!
Hola Pía! Mil gracias por este artículo. Es totalmente diferente a leerte a través de este medio que por Instagram, lo disfruto, puedo reflexionar más.
Me quedo con la idea que mencionas que actualmente se ha normalizado el hecho de robar la atención, de volver adictas a las personas y cada vez más se está rompiendo la capacidad para diferenciar lo bueno de lo malo. Otro punto que me lleva a pensar es que hoy por hoy existe la idea de que si no estoy en redes soy invisible, lo cual influye totalmente en la polarización y continúa ese círculo vicioso.
Estoy de acuerdo con el uso de la IA para ciertas cosas pero creo que hay un abuso cuando se genera una deshumanización de lo que puede crear el ser humano, hemos sido creados por Dios, somos seres con mucho talento y virtudes y si solo buscamos en la IA como una herramienta que anula el esfuerzo y esperas una recompensa inmediata, anulas tu capacidad de poder entregar ese talento a los demás. Sigo creyendo firmemente que ninguna IA va poder igualar al ser humano.
Nuevamente muchas gracias!
Hola Mirian,
Es otra cosa leer un artículo en el blog, no? Creo también que leer aquí, sin el inmediatismo de las redes sociales, hace que tengamos una barrera de criterio mayor. Me parece que en redes sociales simplemente podemos aceptar y aceptar sin reflexionar. Reflexionar es necesario para no alienarnos.
Has dado en el clavo. La falta de atención hace nos sea más difícil diferenciar el Bien del mal. La atención es fundamental! Y, por eso, lo más fácil acaba siendo polarizarse. La polarización no exige criterio.
Esa invisibilidad es algo que está carcomiendo el cerebro de las mujeres. Hay que tener la percepción de lo corrosivo que es tener el cerebro configurado a postar y luego esforzarse por vivir la propia vida. Así se va sintiendo verdadero placer y cariño por estar donde se está.
La IA parece que está súper ayudando, cuando está a la vez castrando habilidades propias del ser humano. En unos años veremos consecuencias no tan buenas.
Gracias por tu comentario, me encantó!
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