Magadalena de Suecia y Christopher O'Neill

Creo que todavía no puede ser considerado como «matrimonio ícono» , pero ya entraron a la lista de los que tienen TODO para convertirse en uno.

Magdalena me fascina desde hace años. Desde la época que la comparaban en todo con Carlota Casiraghi. A los tabloides internacionales les encantaban hacer comparaciones superfluas (¿son tabloides, no?) sobre cuál de las 2 era la más bonita, cuál había ido mejor vestida a tal evento, a donde viajaban y por supuesto, cuál de las 2 se casaría primero.

El año pasado fue de Magdalena. El 8 de junio en Estocolmo dijo el «Sí» a su novio, el empresario estadounidense, Chris O’Neill, en una de las ceremonias más románticas de la realeza europea.

Estas chicas que literalmente nacieron con corona, cuando llegan el día de su matrimonio tienen todo lo inimaginable para celebrarlo al más alto nivel, pero a la vez, deben seguir protocolos rigorosos establecidos según cada país; haciendo que a veces estos matrimonios sean más rígidos y algo fríos. Nada puede salir de lo establecido.

El de Magdalena tuvo que seguir también todas estas normas, pero a la vez se vieron detalles que reflejaban su dulzura y delicadeza en todo momento. Fue algo maravilloso.

Comenzando por el vestido. ¡Y qué vestido!

Blanco marfil, todo en organza de seda plisada con aplicación de encaje de Chantilly. Como si esto fuera suficiente, ¡Tenía también una cola de 4 metros! Y un velo también de organza de seda con las mismas aplicaciones del vestido! Esto solo podía salir de la cabeza de Valentino Garavini.

Magdalena usó una tiara, mejor dicho, una corona de diamantes (reliquia familiar), junto a una grinalda de florecitas blancas. Súper romántica!

Otro detalle precioso súper Magdalena: El pasadizo de la iglesia estaba custodiado por niños y niñas, todos agarrando una guirnalda gigante. Lindo!

El bouquet fue de rosas blancas y rosadas nude. Simple y elegante. En la foto no se ve muy bien, disculpen por eso.