Recién a estas alturas le dedico un tiempo en el blog al vestido que usé en nuestro matrimonio religioso. Tanto lo amé que hasta me hubiera casado en el forro del vestido! Por lo lindo y tan cuidadoso que fue hecho.
Las novias y las ya casadas me entienden lo que es la búsqueda del vestido para ese día. Ya les había contado que simplemente no podía comenzar a visualizar nada de la boda si es que no tenía claro lo que iba a estar usando. Era una barrera mental que tuve desde el comienzo.
Fue por eso que le dediqué casi 2 semanas enteras a buscar y buscar. A sumergirme en todo lo que era bodas y a llenarme de inspiración. Fue durante ese tiempo que descubrí lo importante que es dedicarnos a aprender, soñar e ilusionarnos. No pasar de frente a ver presupuestos, locales y proveedores.
Veía todo con especial enfoque en los vestidos. Rápidamente descarté lo que no quería e iba divagando en las posibles opciones.
Atención, todo esto para no uno, sino DOS vestidos para dos ceremonias totalmente diferentes, pero que -a pesar de sonar contradictorio- guardaron mucho en común.
Mi mamá estudió alta costura, por lo que he tenido la suerte de que ella me haya hecho casi todos mis vestidos de fiesta, incluido el de mis 15 años, algunas blusas, faldas y pantalones. Desde siempre he estado familiarizada con el proceso de mandarse a hacer un vestido. Sé que demanda tiempo y disposición para las pruebas; y sobre todo saber que es un proceso.
El vestido de nuestro matrimonio civil fue hecho por ella y mi tía -que parece prima- Ximena Pérez, diseñadora que tiene un atelier sacado de un cuento, nos auxilió y ayudó con detalles claves.
Sabía que ella era la indicada para hacer mi vestido para el matrimonio religioso.
Sin embargo y por recomendación de ella, no descartamos la opción de buscar en tiendas. Y aquí hago un alto para decirles que, a base de experiencia propia, a pesar de saber que el vestido se lo van a mandar a hacer (cuando uno ya decide esto es muy difícil cambiar de opinión), no descarten la posibilidad de ir a tiendas para probarse, ver y sentir un vestido de novia que vaya con ustedes.
Un vestido de novia es totalmente diferente a cualquier otro que hayamos usado, por lo que creo que merece una atención especial.
Regresando al asunto del post, Ximena –su portafolio y datos de contacto están en la Guía de Proveedores– fue quien estuvo con nosotras (mamá y yo) desde el momento que decidimos ver la tela, diseño y en cada prueba dándonos seguridad y consejos valiosos.
Si hay algo que me gusta y valoro mucho, son a profesionales responsables, seguros de su trabajo, que no te hacen perder tiempo, sino que lo optimizan y que saben dar las mejores alternativas. Ximena es reflejo de cada una de esas cualidades.
Elie Saab es uno de mis diseñadores favoritos. Sus diseños son extremadamente preciosos, no pecan de recargados, sabe como darle destaque a la figura femenina dejando de lado las extravagancias. Le encanta las aplicaciones y no tiene miedo a incorporar brillos.
Sus vestidos de novias me fascinan. Y a pesar de seguir viendo otros modelos e inspiraciones de distintos diseñadores, había un modelo al que siempre regresaba: el Ardelia de la colección del 2012.
Hasta ahora lo veo y me entra emoción al cuerpo.
Tenía todo lo que buscaba en un vestido: Tul, aplicaciones y un diseño simple.
Desde que vi el tul sobre puesto en el vestido y no en todo su alrededor, cerré mis opciones porque me pude imaginar entrando a la Iglesia y mientras caminada, el tul se iba para ambos lados del vestido.
Por primera vez me pude imaginar entrando a la Iglesia vestida de novia! Eso me emocionó mucho y fue de una forma espontánea.
Tomamos como base la inspiración del Ardelia de Elie Saab y jugamos un poco con el. Como tuve la bendición de poder festejar ambos matrimonios (civil y religioso), pude variar con ambos vestidos. Como el del matrimonio civil tenía una caída simple, no tenía cola ni velo, quería lo contrario para mi vestido del matrimonio religioso: Una cola enorme y caída en A. Una tela blanca, no off white, no ivory, blanca de verdad. Y un velo catedral más largo que la cola.
Así fue que comenzó el proceso de elaboración. El vestido quedó en el tiempo que habíamos propuesto gracias a haber aprovechado eficientemente cada prueba y estar muy segura de qué era lo que quería.
Cuando ya estuve finalmente vestida de novia, confieso que sentí que estaba «muy novia» que había exagerado con el look. Claro que todos me decían lo contrario y podía percibir la sinceridad en sus palabras. Ese pensamiento se me fue definitivamente cuando vi a Daniel y me dijo emocionado lo preciosa que estaba. -«No te parece que exageré?» le pregunté en un momento de la Misa, -«Estas preciosa minha linda»
Y es recordando esas palabras que se me llenan los ojos de emoción.
Elegir nuestro vestido de novia debe ser una tarea rica de hacer. No me voy a cansar de decirles que se permitan soñar, que se tomen su tiempo. No comiencen a rendir cuentas desde el día siguiente que están de novias. Vayan formando más su seguridad y estilo del día de su boda.
Besos!
Fotos: Esteban Nakano
María Pía
4 comentarios. Dejar nuevo
Muy hermosa !! Tu vestido es increíble
Gracias, Gary!
Gracias por la experiencia que compartes!
Me estoy poniendo al tanto con cada post de aquí y es emocionante 🙂
Un poco atrasada en responderte, pero bienvenida, Susana!