«Siempre seré una brasilera de corazón»- Leopoldina de Habsburg.
Estas palabras escritas por la misma Leopoldina en el contexto que se encontraba, realmente me tocaron de forma especial.
El domingo pasado paticipé del Wedding Lab más especial de todos organizado por la gran Wedding Blogger brasilera, Manoela César del blog Colher de Chá Noivas. Fue absolutamente todo ambientado pensando en los gustos y época en la que vivió Leopoldina.
Leopoldina de Habsburg este año celebraría sus 200 años de noviazgo con Pedro I, hijo del Rey de Portugual y luego se tornó junto con Leopoldina, emperador de Brasil. Ella siempre confió que se casaría por amor. Ojo, que estamos hablando de matrimonios por amor en una época en la que el matrimonio era sinónimo de crear lazos para los países y mejorar sus estratégias políticas y comerciales. Luego de eso, venía el amor. Una situación similar a la de la Reina Victoria y su esposo Albert.
Fue ilusa? Creo que pasa muy lejos de eso. Leopoldina sinceramente rezaba para que el que sea su marido, sea una persona noble, justa, que sea con quien pueda crecer, hacer una familia y vivir felices.
Ella sí se quería casar por amor.
Otro sueño, muy ambicioso para tal momento, era poder conocer el Nuevo Mundo. Venir a América.
Leopoldina amaba la botánica, las plantas, la vida silvestre. Se pasaba horas en el llamado «Salón Tropical» imaginándose envuelta en esos paisajes.
Poco sabía ella que ambos sueños serían cumplidos y que su presencia en Brasil sería decisiva para el futuro de esas tierras preciosas.
El deseo de casarse de Leopoldina no era secreto para nadie en la familia Habsburg. Sus padres lo sabían muy bien, por lo que decidieron que el candidato ideal sería Pedro I de Portugal. Leopoldina, en ese momento, comenzó a organizar minuciosamente su noviazgo y matrimonio. Hasta escribió una «Guía de supervivencia» para tener en cuenta cuando esté lejos de su familia que se quedaba en Viena. Un amor!
En los matrimonios por procuración, los novios se solían conocer personalmente prácticamente el día de su matrimonio. Pero, algo inusual sucedió ya que llegó a manos de Leopoldina la fotogradía del joven Pedro: Un joven guapo, elegante y de razgos distintos a los que estaba acostumbrada en Austria . Ya lo amaba.
Otro dato curioso de estos matrimonios por procuración, es que se solía celebrar un matrimonio al momento de la aceptación del noviazgo en el que el novio enviaba un regalo a su prometida. Leopoldina recibió un collar que sostuvo durante toda la ceremonia en la Catedral, se aferraba a el como si fueran las mismas manos de su futuro esposo y hasta rompió el protocolo que indicaba cantar en una voz más baja el Ave María. Ella lo cantó fuerte, para que su casi esposo la escuchase en la otra parte del mundo.
Ella llegó a Brasil a los 19 años, solita en literalmente un mundo nuevo. Siendo fuerte, modesta y muy inteligente, supo llevar admirablemente el hecho de estar lejos de su familia en una época que las cartas solían llegar entre 3 y 3 meses.
Rápidamente se enamoró del Brasil, de su gente, de su esposo, su familia, sus costumbres. Y es así que poco a poco se fue involucrando en la causa de que Brasil sea un país independiente y deje de ser un «mercado» más de las coronas europeas.
Estamos hablando de una princesa de Austria, una de las monarquías más respetados de la época, abogando de corazón y alma por un país que todavía no existía, pero en el que ella confiaba profundamente.
Llegó a ser tanto su cariño que siempre estuvo dando fuerzas a su esposo y participando activamente a que la independencia de Brasil se concrete. Tanto así, que fue ella que desobedeciendo a las cortes y corriendo peligro de muerte quien firmó la independencia de Brasil.
Leopoldina era movida por el amor, ella mismo lo dice en sus cartas. Amor a su esposo, a su matrimonio y al Brasil.
Su participación activa en uno de los sucesos más importantes de la historia de este país, ha sido minimizada hasta ahora. Jamás se le dio el reconocimiento que mereció. Jamás se habló de su valentía al luchar por la independencia, de su amor a Pedro, de sus ganas de casarse.
Es por eso que si este post se está alargado -y si es que ya haz llegado hasta aquí-, es porque Leopoldina de alguna forma te ha inspirado. Han tenido que pasar 200 años para que comience a ser valorada y homenajeada como siempre mereció, resaltando los puntos que ella más amó: Matrimonio, su esposo a Brasil.
Ahora sí, hablando del WeddingLab!
El lugar escogido fue el Paço Imperial en Rio de Janeiro donde ella desembarcó. La idea del WeddingLab fue de que los proveedores de matrimonios se presenten a las novias y den alternativas de su trabajos, siempre ambientados e inspirados en Leopoldina, en la época que vivió y gustos.
Con esto, se vieron cajas temáticas con temas tropicales que ella tanto gustaba, tortas pintadas con paisajes clásicos, tonos dorados que recuerdan los palacios de Viena, dulces que simulan joyas de la realeza, ropa de cama elegantes, candelabros, etc. Has hubo una réplica de vestido de novia que Leopoldina usó!
Fue la mezcla perfecta entre lo tropical y el glamour clásico de la nobleza.
Fue un evento inspirador, bien ejecutado y con mucho fondo. Una vez más, compruebo que la historia de cada pareja es fascinante, y que el amor en el matrimonio tiene un poder diferente. Me ha encantado poder conocer a Leopoldina de esta forma y poder compartir este homenaje con personajes que vinieron desde Viena solo para prestigiarla y con ustedes que se han dado el detemiento de leer sobre alguien que tal vez nos era indiferente hasta ahora.
Besos! Un cariño especial a Leopoldina ♡ Y un gracias especial a Manú por su excelente trabajo y por hacernos conocer la maravillosa vida de Leopoldina 🙂
María Pía
Ps: La última foto es con Carol Hungria, se acuerdan que les recomendé que la sigan por Snapchat? Pues, la conocí, tengo su libro y con su dedicatoria!